CARTA A LOS SALTEÑOS

Cada elección, cada momento de votación cada dos o cuatro años, según las circunstancias, nuestra sociedad se moviliza y se conmueve frente a la obligación de decidir sobre los postulantes para representar a las diversas partes de nuestra comunidad.

CARTA A LOS SALTEÑOS

Cada elección, cada momento de votación cada dos o cuatro años, según las circunstancias, nuestra sociedad se moviliza y se conmueve frente a la obligación de decidir sobre los postulantes para representar a las diversas partes de nuestra comunidad.

Cada votación es siempre distinta a las anteriores y también a las de otras provincias porque aun siendo parte de este enorme y hermoso país que es Argentina, las características de cada región nos marcaron en el pasado y también en nuestros presentes.

El presente de Salta, y su porvenir, es el que hoy nos ocupa. Llegamos a treinta y seis años de democracia permanente y es una alegría  ver en la conciencia ciudadana mayoritaria el sentido y la convicción de que es en este sistema donde con todas falencias, defectos y limitaciones a cuesta se resuelven los problemas de nuestra Nación. Estamos obligados a ser optimistas permanentes de nuestro futuro porque un pueblo sin alegrías, sin sueños ni esperanza está condenado al fango del estancamiento y la alienación.

Hay verdades irrefutables y realidades innegables: se termina, debemos terminar, con una etapa política decadente: de los treinta y seis años de democracia VEINTICUATRO ESTUVIERON GOBERNADAS POR DOS PERSONAS Y UN MISMO PARTIDO.

Esto debe comenzar a cambiar a partir de esta elección, terminar con esta oligarquía que  han convertido a Salta en una mesa de negocios particulares dejando en la postergación a más de un millón de salteños.

Pero la historia no es estática, ni es propiedad de una minoría; es un proceso activo, vital de las sociedades y porque es a veces silencioso y subterráneo no se perciben los lentos cambios del que somos actores. Por eso hoy venimos a decirles que este momento es una bisagra para Salta. La renovación de figuras, de dirigentes, de proyectos y de prácticas sólo es posible si hay participación activa del pueblo. De eso se trata esta nueva etapa de la democracia: Construir más democracia con más ejercicio ciudadano: ir de la democracia delegativa a una democracia participativa, plena.

No podemos declamar contra la corrupción o contra la desigualdad, si no nos involucramos para ser agentes de cambio social. Una sociedad avanzada requiere de ciudadanos activos y conscientes, comprometidos con la realidad local que está cada día más en sintonía con las problemáticas globales. Una generación nueva, vivaz y crítica nos demanda rendición de cuentas y ser parte de un cambio que es irrefrenable; las otras generaciones que transitamos otras etapas sabemos de nuestra Historia y nuestros arraigos: el desafío es la síntesis que nos permitirá ser una sociedad diversa, multicultural, heterogénea, tolerante e incluyente.

Padecemos dos grandes males que las dirigencias actuales no quisieron resolver: la desigualdad social y la corrupción política y económica. Ambas tienen como efecto directo la anomia y la pasividad, por eso es que estamos convencidos que ambos males son mantenidos y planeados de forma premeditada.

Debemos ser parte de un sueño solidario, de un andar conjunto, de un proyecto colectivo como lo pensaron nuestros próceres, nuestros ancestros, nuestra memoria e Historia y como nos reclama este presente tan duro y brutal. Para nosotros la solidaridad, lo colectivo, el sentido comunitario es la base de una sociedad incluyente, tolerante, igualitaria, con progreso, desarrollo y bienestar general. ES CON TODOS.

Edmundo Falú, Precandidato a Diputado, Lista 651 y 650 – Unión Popular Frente de Todos

 

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