La relación argentino-británica ha sido históricamente intensa, cordial y, no obstante la disputa sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, complementaria en muchos aspectos y rica para ambos países. Esta relación se ha intensificado positivamente por la actitud evidenciada desde el inicio del mandato del presidente Mauricio Macri buscando coincidencias que permitiesen inversiones en muchos campos, sin excluir aproximaciones a la sensible cuestión de las Malvinas.
Consciente del cambio de dirección, el Reino Unido ha respondido tempranamente y con igual espíritu, ayudado sin duda por el contraste con la gestión de la administración anterior y por las posibilidades que se abren con la Argentina, llena de recursos humanos, naturales y con una clara visión “occidental” en materia de valores. El 2 de Agosto de 2016 la primera ministra Theresa May le envió al presidente Macri una carta en la que reconoció las “diferencias” pendientes, manifestó la intención de resolverlas para “beneficio de todas la partes” y propuso una agenda sobre hidrocarburos y comunicaciones. También el Comunicado Foradori/ Duncan, publicado poco tiempo después en Buenos Aires, abarcó un cúmulo de cuestiones recíprocas que inciden en la disputa del Atlántico Sur. En este contexto, cabe especialmente incluir la identificación de los héroes caídos en la guerra, resultado de los esfuerzos coordinados por ambos Gobiernos a través de las respectivas Embajadas, el sector privado argentino y la respetuosa disposición de las isleños.
Pero la dinámica internacional es siempre cambiante y la diplomacia debe interpretarla para orientarla hacia soluciones transaccionales y, por consiguiente, sustentables. En efecto, recientemente han aparecido nuevos factores de posible interés para Malvinas.
El primero podría ser el fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre el caso Chagos. Juristas y diplomáticos manifestaron que la resolución no incide directamente en la cuestión. Ni por el contenido ni por el canal -la Corte Internacional de Justicia- Malvinas puede o debe asimilarse a Chagos. La resolucion 2065/65 -reconocida por todos, incluido el Reino Unido- es el instrumento que nunca debemos abandonar o poner a un costado.
El segundo elemento es la designación de Boris Johnson como primer ministro británico. Este hecho es muy relevante. En su carácter de Canciller, Johnson visitó nuestro país en 2018, evidenció conocer a fondo la problemática argentina, la relación bilateral así como las coincidencias y las diferencias. Su actitud fue extremadamente amistosa y sugestiva, tal como lo registró la prensa nacional.
Aprovechar este clima promisorio requiere prudencia, cuidado y profesionalismo, en particular para comprender los cruciales desafíos que el nuevo primer ministro deberá afrontar de inmediato. Por nuestra parte, tener presente que este suave “viento de cola” se alimenta, en buena parte, por la solidaria cordialidad entre los ex combatientes de los dos países, conscientes de que esa guerra inexplicable se combatió con heroísmo, nobleza y sin rencor. Ellos podrían, sin duda, jugar un rol constructivo en la actual coyuntura.
El último factor es el Brexit, trascendente para el Reino Unido, Europa y el equilibrio global, cuyo desenlace y consecuencias son de difícil predicción. Suponer que el Brexit “debilitará” a los británicos al punto que los llevaría a aceptar posturas “claudicantes” respecto de la disputa sobre Malvinas, sería ignorar la historia de ese país, cómo solucionó sus problemas coloniales más grandes, cómo sostiene su lugar en el mundo y cómo supero los mayores desafíos y las más grandes amenazas. Imaginar que todo esto no cuenta demasiado y que precisamente es este el momento de presionar rústicamente al Foreign Office y a los isleños sería sumar un nuevo e innecesario error.