Agustín Laje no habla por hablar. Su discurso pone en jaque los postulados de las feministas, los pro-abortistas y de los defensores de la ideología de género.
La politología, la principal consecuencia es la pérdida gradual de libertades básicas bajo los dictados de un movimiento ideológico y político que, paradójicamente, disfraza su avance bajo la idea de liberación y progreso.
La ideología de género corre libertades políticas por medio de mecanismos como las cuotas; libertad de opinión, bajo la creciente penalización de discursos políticamente incorrectos; libertad de conciencia, a través de leyes que penalizan, como en Canadá, expresar ciertas creencias religiosas que molestan a minorías sexuales; libertades económicas, en la medida en que cada vez hay más casos de comercios multados por razones de género, como las pastelerías de Colorado y Oregon que fueron penalizadas por no hacer un pastel para una boda homosexual; libertades educacionales, en tanto que los padres y madres están perdiendo toda la soberanía educacional sobre su familia.
Argentina, Si vemos bien, estas libertades se van perdiendo por un discurso que ha capturado al Estado, lo ha implantado en cuanto a sus campos de acción, y utiliza su poder de policía para imponerse sobre la sociedad civil. El engaño al estado, los argentinos pagan un programa de “todes” aprendiendo el lenguaje inclusivo, medios de comunicación, sancionado por la justicia, por no estar de acuerdo al grupo feminista.