La ética en los negocios globales

Los tiempos de crisis económica son una invitación a la reflexión. Es que debemos encontrar las razones que hacen que nuestra Argentina no pueda ser competitiva ni siquiera en su propio mercado interno.

Desde tiempos inmemoriales la ética en los negocios ha sido la piedra angular sobre la que se construye la confianza, condición básica y necesaria para el desarrollo de cualquier actividad comercial.

Reflexiones sobre la ética, estado y sociedad. Bases para corregir el subdesarrollo equiparados al mundo.
Autor: Juan Esper

La globalización, trajo consigo la necesidad de aplicar nuevas reglas de carácter mundial, las que deben ser cumplidas para poder estar dentro de los países considerados “habilitados” para el intercambio comercial internacional.

Estas reglas se focalizaron en aspectos vinculados a la evasión fiscal, al financiamiento del narcotraficante y a la lucha contra el terrorismo, también lo hicieron respecto de la lucha contra la corrupción de los gobiernos. Sin embargo, no se han expresado respecto de la diferencia de tratamiento fiscal y social entre los diferentes países.

Cuando hablamos de libre competencia, esa libertad debe ser tal que ponga en un pie de igualdad a todos quienes se lanzan a competir en un mismo mercado, de no ser así, no estamos ante un sistema de libre competencia sino todo lo contrario.

El ámbito propio de la competencia es aquel en el que las eficiencias de una empresa resultan en un diferencial tal que le permita capturar mayor demanda que sus competidores, es decir que la competencia debería ser propia del ámbito privado.

Cuando los costos impositivos y previsionales no son compatibles o comparables con los que tienen los otros concurrentes a un mismo mercado, se produce un desequilibrio en la competencia en perjuicio de quienes tienen estos mayores costos.

Tal vez, en un acto de resignación, se puede inducir a pensar que el Estado no puede prescindir de estos ingresos y por lo tanto no va a reducir estos costos, con lo que, el empresario nacional podría reducir sus aspiraciones y concentrar sus esfuerzos a la atención del mercado doméstico.

Los costos impositivos y previsionales hacen que los productos del mercado interno tengan un precio superior a los que se obtienen en el mercado externo. Entonces se cae en la tentación de facilitar la importación de productos de otros mercados.

La pregunta es ¿ES ESTE MECANISMO ETICO? La respuesta es NO.

¿Y por qué no es ético? La respuesta es por que el Estado argentino reclama a los oferentes del mercado interno el pago de impuestos, tasas, contribuciones y costos laborales y extralaborales en magnitud sensiblemente superior a los aranceles e impuestos de importación, pero lo mas lamentable es que esos fondos que se van del país resultan en un sustento de economías de países que no tienen, ni por cerca, las condiciones sociales que brinda la República Argentina. Se han preguntado ¿cuáles son los impuestos que se aplican en esos países?, ¿acaso tienen un sistema de salud pública?, ¿acaso tienen un sistema previsional?, ¿acaso tienen derechos laborales similares a las de nuestro país? La respuesta es NO.

Esta situación no solo ha expulsado a buena parte de la industria argentina del mercado mundial, sino que tampoco le ha dejado espacio ni posibilidades en el mercado interno.

Es tiempo que la política económica defina como va a garantizarle igualdad de condiciones a los empresarios locales. No es admisible expresar que argentina no tiene empresas competitivas sin antes resolver esta cuestión básica, de otra manera estaremos en un camino de destrucción permanente de las industria nacional.

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