El arzobispo porteño, Mario Poli, pidió un “gran pacto nacional” y afirmó también que “una buena política” debe promover “la paz” y “los Derechos Humanos”. Mauricio Macri llegó a la celebración religiosa después de recorrer una Plaza de Mayo desierta y vallada.
Es el momento de ir hacia un gran pacto nacional con mirada amplia y generosa, que no sea funcional ni coyuntural”, que sea “un gran pacto de honor, que deje de lado las mezquindades personales” dijo el cardenal Mario Poli desde el púlpito de la catedral católica de Buenos Aires al presidir el tedeum (acto de acción de gracias) con motivo del 25 de mayo y ante el presidente Mauricio Macri y sus ministros. Afuera se veía la Plaza de Mayo vallada y vacía de actores populares, solo habitada por las fuerzas desplegadas para el operativo de seguridad que impidió el acceso de la ciudadanía y por los periodistas a los que también se les negó el ingreso al templo.
En la alocución, que no eludió los temas políticos, el arzobispo porteño reivindicó el valor de la política, recordó que en la Argentina existe un tercio de la población que vive en la pobreza, retomó palabras del papa Francisco y del recientemente beatificado obispo mártir Enrique Angelelli.
Poli valoró la alternancia democrática en el poder como una “nota distintiva” de la sociedad actual pero, para dar pie a su llamado al pacto nacional, recordó que aún permanecen en el tiempo cuestiones de Estado sin resolver”. Y entonces argumentó que “se trata de una propuesta superadora de todo partidismo y fracción, con la conciencia de que la unidad prevalece sobre el conflicto”. Dijo además que debe ser una iniciativa “que convoque a los principales actores de la política, que sean capaces de generar una cultura del encuentro con inteligencia, creatividad e imaginación, reunidos en una mesa de diálogo que acentúe las coincidencias y no tanto las diferencias”.
Según Poli es “una magna aspiración” que “es posible que encuentre piedras en un camino no conocido ni transitado, pero pertenece a la vocación de los hombres y mujeres aspirantes a la cosa pública extender con audacia el límite de lo posible, siguiendo legitimas utopías fundamentadas en la libertad y la dignidad del hombre”. Debe hacerse, siguió diciendo, “por el bien colectivo de la Nación, con proyectos reales y mirando a la Argentina profunda y sus realidades, con una clara opción por la tercera parte de pobres que nos duele a todos”.
Para el arzobispo “nuestra sociedad no está hecha para la división y no se acostumbra a vivir en la confrontación, sino que aspira a una convivencia en paz, en justicia, con educación y trabajo y quiere recuperar la alegría de sentirse en su tierra”.
Recordó también que “el cardenal Bergoglio, cuando estaba entre nosotros para una de estas fechas, nos decía que el poder solo tiene sentido si está al servicio del bien común”. Y subrayó que el Papa “sigue pensando que la política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía” porque cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción”.
Apoyándose en una cita del Evangelio de Marcos sobre los enfrentamientos entre los apóstoles, Poli hizo una alusión directa a la situación de los políticos y sus enfrentamientos. Recordó que mientras Jesús “por su voluntad (decide) dar la vida por sus amigos” sus discípulos, tras haber escuchado la voz del Maestro, “sin haber comprendido una palabra de la misma, discuten entre sí sobre quién es el más grande, o el más importante”. Frente a esto “la imagen de los apóstoles es triste y mezquina”, sentenció Poli.
En otro pasaje el cardenal porteño señaló que “cada cita electoral es una oportunidad para volver a las fuentes y a los puntos de referencia que incitan a la justicia y el derecho, y estamos convencidos de que la buena política está al servicio de la paz, que respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son deberes recíprocos”.
A propósito de los comicios Poli sostuvo que “el ciudadano de a pie no resigna su derecho”, y aprovechó para retomar palabras del obispo mártir Enrique Angelelli, recientemente beatificado, quien enseñaba que “votar es hacer y construir nuestra propia historia; es poner el hombro para que como pueblo no se nos considere solamente en las urnas sino el gran protagonista y actor en la patria”.
En la misma línea agregó el arzobispo porteño que “como dijo el papa Francisco en la Jornada Mundial de la Paz, cada cita electoral es una oportunidad para volver a las fuentes y a los puntos de referencia que incitan a la justicia y el derecho, y estamos convencidos de que la buena política está al servicio de la paz, que respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son deberes recíprocos”.
Hubo también una referencia a la acción de los encuestadores, de los medios de comunicación y su influencia sobre las votantes. “En este cuadro de situación aparecen las empresas que miden intenciones de votos”, dijo Poli. “Otras comunican y crean subjetividades, denostando y descalificando a las mujeres y hombres públicos de un lado y del otro, sembrando dudas sobre su moralidad y capacidad para el cargo que aspiran. No pocas veces sus impactos mediáticos logran instalar confusión y desaliento”, agregó.
El cardenal finalizó diciendo que “a nuestro pueblo lo asiste la virtud de la esperanza” y que “siempre, y a pesar de todo, apuesta a un mañana mejor”.
Al mediodía, el Presidente recibió en la residencia de Olivos a miembros de su gabinete y distintos invitados para participar de un locro, con motivo de la celebración de un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo.
El año pasado, el Presidente recibió duras críticas durante en Tedeum. Sentado en primera fila, el jefe de Estado escuchó junto a su esposa, el sermón de Poli, que envió varios mensajes en línea con la prédica que desde el Vaticano sostiene el papa Francisco. Poli eligió sugestivamente la historia de “Zaqueo”, un personaje bíblico. “La indiferencia y el egoísmo de los ricos frente a los pobres no pasan inadvertidos frente a los ojos de Dios”, afirmó el Cardenal parafraseando el Nuevo Testamento.
Fuente: Página 12