Horas antes de que se lea la sentencia, el acusado reiteró su inocencia y expresó que Alejandra fue “el amor de su vida”. En los alegatos la fiscalía y la querella habían pedido la pena máxima mientras que la defensa había solicitado la absolución.
Ayer a las 16.45 el presidente del Tribunal de Juicio, Ángel Amadeo Longarte, anunció la condena a perpetua del periodista Franco Gaspar Cinco, el salón de Grandes Juicios de la Ciudad Judicial fue invadido por una mezcla de bronca y dolor. Mercedes Párraga fue la primera en descargar toda la angustia que acumuló desde el 5 de junio del año pasado cuando en el lapso de media hora perdió a su hija de 26 años y a su nieto de 30 meses por efectos del cianuro que ingirieron. “Nunca más, nunca más; por favor no quiero vivir esto nunca más”, clamó la señora con un grito que hizo estallar los cimientos del imponente edificio de la Justicia salteña. Su esposo Alejandro Párraga y las cinco hijas del matrimonio se abrazaron a ellos para darle más dramatismo a una jornada épica.

Todo comenzó pasada las 10 con el alegato del fiscal de Graves Atentados con la Personas, Ramiro Ramos Ossorio, quien hizo un racconto de lo sucedido aquel día cuando Garpar Cinco visitó a su novia Alejandra en la vivienda de la calle Gorriti 844. Llegó con una botella y le dijo a la joven que se trataba del agua bendita que le había prometido para que le diera Amir con el argumento de que con ello se curaría de un resfrío. Minutos después, madre e hijo murieron. La autopsia determinó que habían sido envenenados con cianuro. Ramos Ossorio acreditó, con el grado de certeza que una sentencia condenatoria lo exige, todo y cada uno de los extremos fácticos que el ministerio fiscal a su cargo oportunamente sostuvo al momento de elevar la causa a juicio.
