La cifra surge de una ONG y la Procuraduría de Trata. En el 80% de los casos se desconoce el motivo de la muerte.
En Argentina existen más de cinco mil personas enterradas sin nombre ni apellido. Son los muertos anónimos. Aquellos que están sepultados en los cementerios del país y que sólo son identificados bajo las iniciales del anonimato: NN. Al mismo tiempo, más de cuatro mil personas están desaparecidas y son buscadas por sus familiares todos los días, pero hay un problema: la información no se cruza, no existe un banco de datos completo y la desidia de la Justicia muchas veces permite que ocurra lo que pasó con Mariela Tasat, la chica que encontraron esta semana enterrada a 16 cuadras de donde su mamá la esperó durante quince años.
El informe, elaborado por la ONG Acciones Coordinadas contra la Trata de Personas (ACCT) y la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX) del Ministerio Público Fiscal, es el único oficial que existe sobre esto. Sin embargo las cifras no ayudan a poder armar un diagnóstico confiable. Porque no existe un registro único de personas buscadas y lo que hay es artesanal y queda en manos de la burocracia o de la buena voluntad de las provincias de compartir la información.
Las dos entidades que trabajaron en el informe comenzaron a buscar datos en el 2013 y concluyeron en el 2015, dos años en los cuales consultaron a todas las provincias, morgues, cementerios y hospitales del país. Así se llegó al único número concreto que existe hoy sobre la cantidad de personas enterradas como NN: 5329 desde la recuperación de la democracia (1983) hasta el día de hoy.
Se desconocen los motivos de la muerte del 80 por ciento de los casos, además, casi la mitad de los difuntos (2414) no cuenta con huellas dactilares del muerto y también la categoría NN se utiliza, sin hacer distinción alguna con el resto de casos, para referirse a los fetos que fallecen durante la gestación o que nacen muertos. A pesar de todas estas barreras, en el documento figuran las causas principales de los decesos. Homicidio, accidentes ferroviarios y paro cardíaco, son que prevalecen. Lo que llama la atenció es que el 67,8 por ciento del porcentaje total son hombres, mientras que las mujeres solo representan el 17,4 y resulta imposible establecer el sexo en el resto de los casos (6,7%).
Desde que el documento se publicó, se lograron identificar 200 casos de personas que estaban enterradas en el anonimato: “Lo importante es alertar a la justicia de que las herramientas están y que lo necesario es el entrecruzamiento de datos y la necesidad de trabajar con rapidez. Los casos resueltos muestran que aquellos que buscamos por muchos años fueron captados burocráticamente por el Estado muy poco después de desaparecer”, dice Celeste Perosino, coordinadora de ACCT.
Lo que afirma Perosino sirve como disparador del caso de Mariela Tasat, que conmovió a todos esta semana, la chica que estuvo desaparecida durante quince años, pero que en realidad todo el tiempo estuvo enterrada como NN en el cementerio de Lanús, a dieciséis cuadras de su casa. Su mamá Luisa la buscó por todos lados, se metió en prostíbulos, entró a las villas y esperó que su hija algún día la llamara al teléfono. Todo fue en vano. Nadie en una década y media había pedido informes a los cementerios y morgues para cruzar los datos.
Pero el de Mariela no es el único caso, como ella en los últimos años surgieron historias parecidas. Luciano Arruga (16) por ejemplo a quien su familia lo buscó durante 5 años, estaba en realidad en el cementerio de la Chacarita, donde habría ingresado al poco tiempo de su desaparición. Lo mismo pasó con Maída Natalí Castro (17), asesinada y enterrada en el cementerio de General Villegas (La Matanza) al día siguiente a su desaparición, el 11 de mayo del 2010. Cuando la encontraron en el 2015, desde la agrupación Madres Víctimas de Trata afirmaron que el fiscal que llevó la causa “ordenó el entierro del cuerpo de Maída como NN sin cotejar si había denuncias de búsqueda de su paradero”.
Son más de cinco mil los muertos sin nombre, pero a muchos alguien los busca. Tienen una historia, son hijos, padres, hermanos a los que enterraron sin que las autoridades se preocupen por nada más. Son los desaparecidos en democracia denominados de una misma manera a todos por igual, en una lengua ya muy antigua: “Nomen Nescio”